El novio de mis amigas El viejo y su pupilo. Ghirlandaio. 1480 |
Ahora que mis amigas y compañeras de
visitas a museos me han abandonado, me he recorrido las tres grandes
exposiciones del verano que hay en la capital yo sola. Recorrer los
museos sin compañía tiene la ventaja de que gestionas el tiempo de
tu visita como te da la gana, sentándote veinte minutos delante de
un cuadro si te apetece o pasando olímpicamente de otro que no te
interesa un cagao, pero claro, no tienes a nadie a quien decirle:
¡Mira, tu novio! Cuando pasas delante de algún retrato de un
señor muy feo. Ir con ellas no era ir a teorizar, que para eso ya
hay reseñas por ahí de gente lista, era ir a disfrutar, y como no
están, disfrutar disfruto, pero siento la necesidad de compartir con
alguien mis apuntes chorras sobre lo que he visto:
-Museo del Prado, “El Greco y la
pintura moderna”: Este es el título oficial, pero a mi se me
ocurren otros alternativos como “El año de El Greco o cómo cubrir
suplementos culturales todo 2014”, “Picasso, gracias por existir
y rellenarnos todas las exposiciones de la geografía española y
parte del extranjero”, o, “Un montón de pintores nisus
¿influenciados? por El Greco”.
Ahora en serio, se más bien poco sobre
este pintor. Una vez hice una visita guiada sobre él que me pilló
desprevenida y solté perlas que se me ocurrían sobre la marcha como
que pintaba así porque al venir a Toledo se volvió loco de
modernidad con tanto trajín cultural que había allí gracias a la
escuela de traductores, poca broma, la gente hacía gestos como de
que ahora lo entendía todo y se fueron encantados con mis
invenciones. Lo que decía; se poco sobre El Greco porque nunca me ha
fascinado lo suficiente como para dedicarle horas de lectura y, como
está ahí que si que no entre varias corrientes artísticas, el
pobre no entra en los temarios de ninguna asignatura, así que me fui
con mis escasos conocimientos sobre él a la maldita exposición y
pude ver poco porque había miles de señoras con moños, pero mis
impresiones son:
Laocoonte. El Greco. 1609. |
-Las supuestas influencias no pueden
estar más forzadas. Hay algunas relaciones realmente imposibles y a
esto contribuyen los artículos diarios en toda la prensa hablando de
él como “El primer cineasta”, “El pintor más moderno de todos
los tiempos”, “El maestro de Pollock”... La forma de explotar
este tema empieza a ser obscena.
-El Laocoonte de El Greco es una
maravilla y si Washington os pilla mal no deberíais dejar pasar la
oportunidad de ir a verlo, pero si vais, en realidad no lo podréis
ver porque el Horror Vacui ha invadido el lugar, lo de que “menos
es más” sería una buena filosofía a seguir para la próxima.
-El entierro de Casagemas, de Picasso,
no es un cuadro bonito pero es magistral, joder, enterrado a modo de
Santo pero rodeado de putas, ojalá si me muero alguien me hiciese un
cuadro con tanto sentimiento. Si podéis, matriculaos en historia del
arte en la UCM para que Antonio González os de Picasso y os explique
este cuadro y lloraréis de la emoción.
-Poner las esculturas de Pandora y
Epimeteo dándole la espalda a los bañistas de Cezanne no estoy
segura de si es un epic fail o un epic win.
-Los trípticos explicativos de este
museo son siempre una maravilla, papel gordito y resistente, coged
muchos de la exposición y meterlos en el bolso después de leerlos,
me llevan salvando la vida estas semanas a modo de abanico.
-MNCARS, “Richard Hamilton”:
Fui a ver esta exposición con las expectativas por los suelos porque
gente con ¿buen? criterio me había hablado muy mal sobre ella y
salí de allí con los ojos haciendo chiribitas. Nunca me había
parado a pensar hasta que punto influye en tu visión sobre algo las
condiciones que te rodean hasta el día que vi esta expo; fui un día
entre semana prácticamente antes de que abriesen taquillas así que
vi completamente sola cada sala, además, por el patio interior entraba
una luz fresquita de mañana de verano que llenaba el museo de un
aura realmente especial, suene lo cursi que tenga que sonar.
El caso es que lo que vi fueron catorce
salas como catorce soles. Una retrospectiva completa a más no poder,
salas repletas pero ligeras, textos explicativos sorprendentemente
sencillos pero buenos, un montaje pensado para que la interacción
entre obra y público sea por fin efectiva, la forma de narrar el
discurso reflexivo entre la crítica y la idolatría de la cultura
contemporánea -la máquina, los Mass media, Hollywood, el diseño
industrial- que se le (nos) venía encima no puede estar mejor
tratada; todo bien, todo genial joder.
Hamilton siendo adorable. |
En cuanto al artista, nunca he sido
demasiado fan del pop art y no voy a decir ahora que me
parezca el artista definitivo, pero mientras estaba allí me lo
parecía. No deja un género por trabajar, el apropiacionismo cobra
un sentido que no había encontrado nunca antes en otro artista ni
exposición, solo la sala dedicada al Gran Vidrio de Duchamp es para
tirarte horas, el entorno creado con metacrilatos que se confunden
con las propias ventanas en la sala de Exhibit a modo de recreación
de esta expo de 1957 es ACOJONANTE, tiene unas salas con pinturas
horribles que incluso parecen buenas con tanta cosa de verdad buena
por delante y por detrás, las “Imágenes de protesta” que ni
recordaba que existían me acabaron de conquistar el corazón, no se
que más, de nuevo todo bien, todo genial, me alegró la mañana, el
día y casi la semana. Ojalá todas las exposiciones mainstream
tuviesen esta calidad. Ojalá pudiera casarme con el Reina Sofía.
Siendo esta (en la versión de la Tate)
la última exposición en la que el artista en persona participó en
el diseño y montaje y con lo de comer en El Bulli todo el rato supongo
que se moriría súper contento.
Los folletos aquí regular, el papel es
de chichinabo y ni abanican ni nada de nada.
-Museo Thyssen, “Mitos del Pop”:
Como siempre que voy al Thyssen salgo un poco de los nervios, el
retrato de la baronesa con alas de ángel, el precio de la entrada,
la HORA de entrada a la exposición, todo me da bastante grima y
nunca quiero volver, pero Ay. El título alternativo de ésta sería el mítico "Exit through the gift shop", por que la exposición normal, pero el chiringuito de regalos poperos habría hecho las delicias de mi consumismo compulsivo si hubiese llevado cartera.
La he visto muy rápido porque cerraban
así que las conclusiones son un poco mierderas, aunque son
básicamente las que saco en todas las expos de este museo: Es la
oportunidad de ver un montón de obras que no vas a ver en tu vida en
España porque donde hay pasta hay alegría, aunque estén montadas
como el culo y con un trabajo curatorial igual a cero. A veces, no
todas.
Por lo demás: Me gusta que empiece con
“Reflexiones sobre la violencia”, de Kitaj, de camino hacia allí
iba pensando no se porqué en la anécdota protagonizada por Dorothy
Pobder, la señora de la crew de La Factory que disparó a los
cuadros de Marilyn que luego se serigrafiaron con disparo incluído y
pensé que la violencia es bastante pop en realidad. El autorretrato
con luces de neón de Warhol es la cosa más fea jamás creada y con
lo que habrá costado traerlo no entiendo la necesidad. Amo a Tom
Wesselmann al mismo nivel que a Hammilton desde hoy, ya es difícil
hacer un bodegón por muy pop que sea que inspire algo que no sea
aburrimiento. Eduardo Arroyo, ¿Porqué? Ed Ruscha, muy bien. Equipo Crónica destruyendo la cultura pop desde el pop con sus Mickeys la verdad es que no dejan de tener gracia,
parece que el arte pop está muy visto pero los ilustradores y
artistas moderniquis no paran de refreír estas cositas que YA
tuvieron su momento. No se que más porque he perdido el papel donde
he anotado cosas.
Still Life 34. Tom Wesselmann. 1963. |
Y así es como echo yo de menos.
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