miércoles, 20 de agosto de 2014

#3

Cada año me hago el mismo propósito cuando llega la primavera: Este verano SI que me voy a poner morena. Me visualizo a mi misma al final de agosto luciendo una marca de bikini descomunal y un color salvaje poco menos que el de Naomi Campell. Sin embargo, cada año veo fracasar mis planes moreneadores escogiendo destinos vacacionales que claramente no ayudan, así que este año no iba a ser menos y decidí irme a Liverpool a ver la bienal de arte contemporáneo.

Breves apuntes sobre la ciudad por si alguien planea ir:

Los autóctonos se vienen arriba rápido y van en chanclas y bermudas en cuanto hace 15 grados pero HACE FRIO. The Cavern, mal. Son más pesados con los museos de industria y maquinaria que en mi pueblo con Isabel la Católica. Los viernes por la mañana las chicas van con rulos por la calle.


 Liverputienses.
(Foto de Google)

LA BIENAL: 

La bienal de Liverpool es la única bienal de arte contemporáneo de Gran Bretaña, este año celebra su octava edición y, a pesar de esto, no parece muy consistente aún. Ni siquiera es un Wannabe de las bienales importantes como la de Venecia, simplemente algo más parecido a los desayunos conjuntos esos que se hacen entre las galerías de Doctor Fourquet, ni pabellones ni na de na. El título elegido por los comisarios invitados, Mai Abu ElDahab y Anthony Huberman, es A needle Walks into a Haystack. Según ellos, las distintas exposiciones que conforman este festival son un recorrido por los objetos, imágenes, hábitos y hábitats que conviven con nosotros y que definen nuestro actual estilo de vida. Pues bueno.

-The Old Blind School: Este edicio está abierto ex profeso para la ocasión. Fue una antigua escuela de niños ciegos, luego una oficina de desempleo, y ahora lleva años abandonado a su suerte y descomponiéndose de una forma acojonantemente bonita. Las salas no han sido rehabilitadas así que las obras se encuentran colgadas y colocadas en medio de paredes desconchadas y chimeneas semiderruidas. En ocasiones los desgarros de pintura y ladrillo eran tan armónicos que yo dudaba muy seriamente si aquello no serían también intervenciones artísticas, pero no. El caso es que el entorno era tan especial que todo lo que vimos dentro nos pareció interesante. Este era el único edificio cuya exposición era colectiva y, como decía, en general bien pero por destacar algún proyecto diría que los más interesantes eran:

-Las puertas de Michael Stevenson. Este hombrecillo había mangado algunas de las puertas de la facultad de matemáticas para hacer una instalación dedicada a José de Jesús Martinez, un matemático de la universidad de Liverpool que como todos los matemáticos estaba como un cencerro y decía que cuando las puertas se quedaban balanceándose era porque el diablo las estaba moviendo. El artista a partir de esta anécdota construye un juego que consiste en mecanizar esas puertas conectándolas con distintos videojuegos que las abrirían en todas direcciones según los movimientos que hacías en la partida.

-Rana Hamadeh es una jóvena artista libanesa con dos intervenciones en este edificio, una instalación sobre Aliens que consistía en exponer cientos de objetos y recortes de periódicos relacionados con apariciones extraterrestres, y su gran obra, una sala insonorizada que dentro recreaba el Ashura, un rito chiita en el que la gente sale a la calle a predicar a gritos la matanza  de su líder espiritual. El ruido dentro era ensordecedor y había un cartel que avisaba de que quizás no era un buen sitio para niños, a pesar de que los niños ingleses berrean a unos decibelios que ya quisiera esta artista poder reproducir.


Reducir una exposición de 18 artistas a comentarios solo sobre dos puede parecer un poco mierda y aleatorio, pero realmente eran los más interesantes conceptualmente y para el que quiera profundizar lo tiene todo en la página web de la bienal.

Comento como quien no quiere la cosa que la primera obra que encontrabas aquí era una máquina de hacer hielos soltando agua y una señora (una señora real) fregando el suelo todo el rato, esta genialidad creadora se llamaba All artists are liars, de Norma Jeane. Que cada uno lo interprete como quiera.







-Fact: Este edificio es la antítesis del anterior. En vez de un edificio viejo y aparentemente pequeño pero repleto de cosas, este era un edificio inmenso y moderno y dentro: la nada. Había una exposición de Sharon Lockhart.


-The Bluecoat: Aquí encontrabas una colección de pequeños dibujos y pinturas de James McNeill Whistler, un pintor inglés del siglo XIX conocido porque fue el que empezó a concebir el espacio expositivo como una parte fundamental de la exposición, las paredes y hasta el traje de los trabajadores de las salas del museo debían ir acorde a lo que dentro se exhibía. Esta obsesión por que el artista sea el que conciba hasta el último detalle de su exposición era compartida por otros artistas de finales de siglo como Víctor Horta, el arquitecto belga que inició el Art Nouveau en arquitectura con la Casa Tassel, en la que el arquitecto diseñó hasta los picaportes de las puertas.

No estaba mal, aunque nadie entendimos muy bien que algo tan clasicorro formase parte de una bienal de arte contemporáneo, así que lo vimos rápido y nos fuimos al patio del museo a jugar al ping-pong hasta que abollamos todas las pelotas, propagando la marca España.

La colina del arte.
-Tate Liverpool: Cuanto mayores son las expectativas mayor es la decepción, así que nos quedamos un poco chafados con esto. En la planta baja el arquitecto francés ultravanguardista Claude Parent ha construido "La colina del arte", una reinterpretación de lo que hizo para el pabellón francés de la bienal de Venecia de 1970, un espacio lleno de rampas, pendientes y escaso de paredes que pretende romper radicalmente con el esquema de espacio expositivo tradicional, espacio en el que han colocado cuadros de Picabia, Lichtenstein, Naum Gabo, etc, ordenados en base a algún criterio que no conseguimos adivinar porque no había por donde cogerlo. En la segunda planta habían colocado obras de depósito de distintos artistas, yo salí completamente enamorada de las obras de Marisa Merz, la viuda de Mario Merz cuya existencia desconocía y una mujer a la que le dieron agujas de coser y en vez de calcetines hizo cuadros, pues muy bien, me ha encantao.


Me sorprendió mucho que ni en la colección permanente ni en ésta temporal tuviesen apenas nada de pintura figurativa inglesa contemporánea, de la Escuela de Londres, nada de Freud, nada de Bacon, pues vaya. 

La catedral de los horrores.


-St. Andrews Gardens: En medio de una residencia universitaria situada donde Cristo perdió la chancla y después de atravesar el mamotreto catedralicio más siniestro que nuestros ojos hayan podido ver, se encontraba una de las cosas más interesantes de esta bienal. Durante muchos años Jef Cornelis tuvo un programa en un canal de televisión belga en el que hizo magníficas entrevistas y reportajes sobre arte, artistas y sociología, haciendo uno de los intentos más intensos a la hora de acercar estos temas al gran público. Aquí había una tele y dos auriculares para que pudieses verlos todos. Una interesante reflexión sobre cómo se podrían utilizar los medios de comunicación que podrían haber colocado UN POCO más en el centro de la ciudad.

Aquí están casi todas estas entrevistas.





COMMISSIONS:

Además de las exposiciones como tal, hay todo un circuito cultural creado o explotado a propósito de la bienal con cosas bastante interesantes/monas. Estas son unas pocas, porque había mil:

Crosby Beach.


-Another placer: A diez minutos de Liverpool en tren está la playa de Crosby donde Anthony Gormley colocó a sus hombrecillos de hierro fundido. Una instalación pensada para ser itinerante pero se ve que después de mover nosecuantos señores de 650 kilos cada uno pensaron que igual ir moviéndolas de un lado a otro era forzar, así que se han quedado allí para siempre. Es un sitio con una atmósfera muy curiosa y un buen lugar para ir a ver la puesta de sol.







'Frank As Androcles', Robert Fawcett




-John Moores Painting Prize: En la Walker Art Gallery se exhibían las obras finalistas y ganadoras del famoso premio de pintura donde se podían ver los cuadros de los jóvenes artistas que están empezando a petarlo y a los que habrá que seguir la pista porque algunos apuntan maneras. El hiperrealismo y el infantilismo son los protagonistas absolutos de esta sección (¿y de casi todo el arte contemporáneo actual?) y la pintura abstracta brilla por su ausencia, aunque para seguir copiando malamente a Pollock pues casi mejor. 

Aquí estás todos los nombres y obras.








-Carlos Cruz Díaz: El artista, famoso por sus juegos ópticos, ha "camuflado" un barco conservado por el Merseyside Maritime Museum (un museo increíble, por cierto) que se va a quedar amarrado en Albert Dock y queda muy bonico.





-Aiko Miyanaga: Ha creado una expoinstalación en la librería central de Liverpool un poco chorra, libros y llaves hechos con materiales efímeros y orgánicos como sal y plástico... y bueno, que esto es una excusa para subir una foto de la sala de estudio porque quiero vivir dentro.

Mi casa en Liverpool.


-Open Eye GalleryEn esta galería se encontraba una colectiva de tres fotógrafos que hacían una crítica sobre las bienales a través de sus fotografías, criticar a las bienales dentro del programa de una bienal puede ser creerse muy listo, pero ya lo dicen en Muchachada: "El arte, ese mundo de sinvergüenzas". A mi me interesó especialmente esta parte por la duda constante y sin resolver que tengo acerca del papel y la utilidad que tienen este tipo de ferias. 


Hans Haacke muestra una serie de fotografías que realizó en la segunda Documenta de Kassel, en la que participó como montador. No retrata la exposición en si, si no la actitud de los visitantes y personalidades ante las obras allí expuestas (las caras de paisaje del público delante de los cuadros de Pollock son brutales), una puesta en evidencia de las relaciones de poder que existen en estos eventos entre la política, los artistas y la sociedad.

Ugo Mulas fotografió las revueltas que se organizaron en torno a la Bienal de Venecia de 1968, conocida como "La bienal de la policía", por parte de artistas contrarios a la política de exposiciones que se estaba estableciendo.




Como conclusión, he llegado al mismo punto de siempre: que hay demasiados artistas, que hay gente con una técnica verdaderamente buena y con mucho talento para la pintura o lo que sea que hagan, pero no para crear, para ser novedosos, originales, para ser capaces de crear una iconografía propia y genuína. Que falta genialidad. Que las exposiciones están hechas para críticos, para ser muy interesantes conceptualmente y escribir sobre cada proyecto y filosofar doscientas horas, pero el historiador del arte o el amante  -porque el arte se ama- que quiera ver una obra que haga que se le caigan los calzoncillos al suelo, tendrá que seguir buscando.


Total, que otro año que sigo más blanca que la teta de una monja, menos mal que el autobronceador del Mercadona existe y aún puedo ponerme un poco naranja. Y que a pesar de todo lo que he dicho arriba, Liverpool ha sido genial, la gente es más maja que las pesetas y hablan gracioso y raro y dicen 'Tcha en vez de Thank you y yo no entendía nada. Y que mi amiga vive allí en una iglesia convertida en apartamentos que ya quisierais vosotros, y yo.